El Codigo de la Biblia - Parte 2 - Introduccion 2

Soy libre. ¡Qué alivio! He dejado mi cuerpo físico y confiado me desplazo raudamente por el negro túnel o vórtice trans dimensional, que lo siento como el pasaje hacia la liberación. Voy hacia la LUZ de la esperanza. Lo hago confiado, tranquilo, sin temor.
La pesada carga quedó atrás, el dolor cesó, la angustia terminó, la verdad la comprendí: Era real, en mucho, lo que había intuido y escrito. Pude entonces ver mis escritos: ¡Qué manera de ser fotocopiados y pasados de mano en mano! Contemplé a algunos que guardaban uno o más como un tesoro, que yo, su intermediario autor no había sabido aquilatar.

La luz se intensifica, soy rodeado por una sensación de amor, comprensión y perdón. Un radiante Ser se materializa y me pregunta si deseo dar el siguiente paso sin retorno o regresar. Antes de responder, dije, quiero algo saber. El Ser me señaló:

Al ir allá no prometiste ser perfecto, ser sabio, ser brillante y destacado, considerarte superior, ni como guerrero vivir toda esa vida. Sí te propusiste saber reconocer tus limitaciones, debilidades e imperfecciones, rechazar injustos honores, y, un día al duro guerrero sepultar y ver renacer a uno de paz, comprensión y perdón. ¡Y lo lograste!
Prometiste presentir lo maravilloso que aguarda a la humanidad después del caos. ¡Y lo lograste!
Prometiste poder mirar por sobre los problemas, el dolor y el sufrimiento. Y aunque no lo creas, en gran medida lo lograste.
Como un solitario prometiste encontrar una verdad cósmica y compartirla. ¡Y lo lograste! Lo hiciste gracias al temple del guerrero que te acompañó ayudándote a superar tanta oposición y vallas que en el camino encontraste.
Prometiste tener fe, y con esperanza contemplar los duros momentos llegados, sin temor al castigo o el juicio final, dado que comprendiste que el Padre es sólo Amor, Comprensión y Perdón. Supiste que todos por igual sois hijos de Dios. ¡Y lo lograste!
Ahora al ver tu película mental puedes vivenciar que lograste más de lo imaginado. En tu búsqueda de la verdad prometiste hacer simple lo complejo. ¡Y lo lograste! Viste la perfección del Plan Divino y el lugar que en él el hombre ocupa. Viste la Justicia del Plan Divino. Viste la perfección de lo manifestado en la creación gracias a la energía de la Inteligencia Pura que todo lo compenetra. Fuiste un juez muy severo contigo mismo, y ahora te comprendes mejor.
Hermano mío, eso prometiste antes de nacer. Créelo, no fuiste un fracaso ni mucho menos. Decide ahora el paso a dar. Vienes a evaluar y asimilar lo logrado o retornas para estar presente en...

Y desperté. Un fuerte sismo grado 6.2 me volvió a la realidad a las 3.14 de la madrugada. Quedé pensativo. ¿Era un sueño? Si lo fue, mucho me ha hecho meditar y entonces una revista y un libro encontré, y ambos dan lugar al presente relato en el que intentaré simplificar lo mejor posible los fundamentos del mismo que mucho me han impactado, y los más posibles debieran conocer.
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En el año 1992 se edito un libro titulado "Mi primer computador". Oscar de la Maza lo prologó señalando:
En MI PRIMER PC, encontrarás un aporte lúcido e intelectual, tangible y sistemático, donde es posible encontrar inquietudes místicas que hermanan en un mismo lenguaje al ser con la tecnología, al hombre con la máquina. Hay conocimiento, fe y una sensación perenne de que la vida es la búsqueda del éxito y de la felicidad.

El Anexo del libro se titulo: "La mente el super PC" y destaco que para mí había una especial simbiosis cerebro-mente, computador-cerebro, mente-computador y que el cerebro era un computador biológico y la mente un computador sutil, exponiendo una serie de argumentos destinados a ayudarnos para lograr una actitud mental positiva en la vida. Destacando que gracias a lo que había aprendido sobre el computador, ahora tenía un lenguaje concreto para comprender y explicar mejor lo abstracto de la mente. Mientras escribía el libro tenía la sensación que el computador era más que la sofisticada y maravillosa máquina que revolucionó nuestro final de Siglo XX, que era una especie de conexión entre nosotros y seres o inteligencias de un nivel superior de conciencia. Era una sensación difícil de explicar y no posible de demostrar, hasta que supe hoy del Código Secreto de la Biblia, un sorprendente programa computacional encriptado hace más de 3.000 años en el texto externo del original hebreo de la Torah en especial y el Antiguo Testamento en general, programa que sólo podía ser develado, o sus sellos quitados, gracias al computador. No sé por qué razón entonces entendí mi ligazón con el computador. Ese código bíblico que predice todo el futuro con 3.000 años de anticipación, no fue obra humana, ni obra de Dios, fue obra de un Ser de la quinta dimensión que conocía al detalle nuestro futuro pero que no estaba autorizado para cambiar el mismo, sí para advertir con el fin que nos preparáramos para los días llegados. Él tenía, seguramente, acceso al Computador Cósmico o Akasha, donde queda en detalle programada y registrada cada encarnación humana y todo el pasado, presente y futuro de la humanidad en un continuo del espacio-tiempo relativo. No olvidemos que para la ciencia, la clave o código genético con la que llegamos al mundo en cada célula del organismo, nos marca con todas nuestras características, y nos señala que no podremos vivir más años de lo que por clave se trae pre-programado, y que ciertas enfermedades no se padecerán y otras sí se sufrirán en determinado período de la vida o si ciertas variables son producidas. Eso, para muchos con angustia es determinismo. SÍ, yo estoy predeterminado a tener las características físicas y conductuales propias, a no padecer jamás ciertas enfermedades, a sufrir otras que a determinada edad se manifestaron o que por la acción de ciertos agentes se desencadenaron o surgirán. ¿Y el libre albedrío?. Bueno, ante una serie de caminos que la vida me mostró, yo, voluntariamente escogí uno, luego aparecen otros caminos y siempre con mi libre albedrío elegí uno de ellos, ante cada elección voluntaria aparecen nuevas variables. Sin embargo esas variables estaban todas y cada una ya programadas y se sabía desde el inicio de los tiempos humanos cuál camino escogería dentro de mi libre albedrío. ¿Podemos entenderlo?

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